Estado de México, 1987
Omar Castillo es un artista de la dialéctica, compone a través de tensiones, tensiones que surcan el centro y la periferia, el norte y el sur, la gentrificación y el barrio bravo, la globalización y la aldea, la ciudad y el campo. En el plano se cruzan el símbolo del poder occidental y lo autoconstruido como resistencia, el reciclaje y el oropel simbólico, la amargura del pobre y la vanidad del que lo posee todo.
De esa moneda de dos caras emerge una realidad compleja, mestiza; urbana y rural, digital y analógica, postindustrial y ancestral, divina y humana, que llora y ríe cada vez que se echa a suertes.